¿Qué está fallando en nuestro país?: Así hablan las mujeres académicas

Son catedráticas, investigadoras y académicas. Desde la cima intelectual de este país, critican a la clase dirigente, la penuria de la universidad o que las mujeres asciendan por cuota y no por mérito. Son tan brillantes como cabía esperar, pero se expresan con una libertad fuera de lo común. Pero antes de entrar en el debate, sepamos quiénes son. Carmen Iglesias es académica de la Real Academia de la Lengua y de la Real Academia de Historia, catedrática de Historia de las Ideas y presidenta de Unidad Editorial. María Teresa Miras es presidenta de la Real Academia de Farmacia, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Complutense e investigadora. Carmen Sanz forma parte de la Real Academia de Historia y es catedrática de Historia Moderna de la Universidad Complutense. Inés Fernández Ordóñez es la cuarta mujer miembro de la Real Academia de la Lengua y además es la más joven. Catedrática de Lengua de la Universidad Autónoma de Madrid, filóloga y lingüista, es investigadora en dialectología.

Por: Silvia Castillo.
No es fácil reunir a cuatro catedráticas, académicas e investigadoras, que viajan constantemente y tienen sus agendas repletas de compromisos a muchos meses vista. Pero acuden a la cita con Yo Dona encantadas y con ganas de hablar. Comprobarán que son mujeres que pisan moqueta, pero conocen muy bien los problemas de la calle y se ponen en la piel de los más jóvenes o de los parados, con un sentido crítico muy profundo hacia la clase política de este país. Asuntos como la educación en España, la situación de la universidad o el sexismo en el lenguaje se analizan sin retórica, con humor y apuntando a la diana. Si alguien pensaba que las académicas españolas son mujeres dadas a la retórica y los oropeles, se han confundido.

YO DONA: Precisamente una de las principales líneas de investigación de Carmen Sanz ha girado en torno a las crisis económicas y las redes financieras que han operado en Europa durante la Edad Moderna. ¿Cuál es el análisis que hacen de la actual situación?

Carmen Sanz: Las crisis se producen en unas circunstancias parecidas que tienen que ver con el crecimiento espectacular del crédito y de una deuda que flota. Ese tipo de crisis ya ocurría en los siglos 16, 17 y 18, pero es verdad que la crisis que más se parece a la actual es la del 29, en la que también se produjo ese crecimiento especulativo del crédito y de la bolsa hasta el crack. Pero Carmen y yo somos profesionales en esto y sabemos que la historia no se repite. Puede parecerse y quizá el motor inicial es similar pero, si comparas lo que ocurre en la actualidad con el 29, entonces hubo un desplome de la bolsa en tan sólo dos meses y pico…
Carmen Iglesias: Y ahora se ha evitado porque los gobiernos han intervenido. Hay similitudes, pero algo se aprende de una crisis a otra.
Carmen Sanz: Efectivamente, ahora se ha intervenido, lo que no ocurrió en el 29, cuando ningún gobierno salió a salvar ni a bancos ni empresas, cosa que ahora sí ha pasado para evitar que la crisis influyera tanto en la economía real, es decir, en los salarios de la gente, en el paro…de tal forma que estamos en una situación nueva. ¿A dónde nos lleva y en qué manos estamos para que esto pueda mejorar? Pues seguramente habrá que pensar en cambiar modelos productivos.
Carmen Iglesias: Yo no estoy de acuerdo. Han fallado los sistemas de control, los reguladores no han funcionado y lo que me preocupa especialmente es el intervencionismo del Estado. El poder siempre tiene al abuso y lo vemos en nuestra sociedad con ejemplos como el del alcalde de Madrid, que forma una brigada para que nos rebusquen en las basuras a ver si reciclamos bien e intenta ponernos una multa colectiva, como en el antiguo régimen, cuando se ha tardado siglos en conseguir que la responsabilidad sea personal e individual. Lo que hace tu familiar más cercano, ahora resulta que tienes que pagarlo tú, sin tener en cuenta que cada uno es responsable de sus actos. Desde eso, al cinismo que estamos viendo de muchos gobernantes y de gente notable, que claramente ha sido prevaricadora, ha abusado de su puesto y ha robado abiertamente y no se siente mal ..¡Encima desafían!. Yo creo que la sociedad civil y los ciudadanos medios estamos en un momento muy delicado, porque efectivamente una crisis puede ser sinónimo de cambio, quitar mucha hojarasca y que se salga mejor, pero sin embargo, ahí está el peligro de que las fuerzas más intervencionistas se nos monten encima.
María Teresa: Me gusta cuando escucho a los historiadores ver cómo ponen los análisis en contexto y cómo hablan de fraudes y de prevaricación con propiedad. Yo haría caso a Hillary Clinton, que siempre dice “nunca desperdicies una buena crisis”. Creo que ha llegado el momento en España de plantearse qué estamos haciendo mal. Por ejemplo, las farmacéuticas españolas se vendieron prácticamente todas y, cuando entramos en Europa, Alemania compró casi todas las empresas españolas. Las eléctricas prácticamente tampoco son nuestras. Con lo cual, hoy día: ¿Qué resquicios nos quedan?, ¿por qué nos hemos quedado atrás? ¿por qué se han realizado esas ventas tan absurdas? Y después llegaron los Fondos Feder y, no nos engañemos, porque tampoco han reestructurado el país. España tiene que plantearse cuestiones de Estado. ¿Qué compañías de nueva tecnología y otras energías alternativas podemos desarrollar, que sean nuestras? Si queremos levantar entre todos el país, hace falta que la redistribución de la riqueza sea justa y que haya tolerancia cero con fraudes, especulaciones y prevaricación.
Inés: Yo hecho en falta que en cuestiones tan graves, que afectan a todo un país, no haya políticas de Estado. Es decir, que los dos partidos políticos más importantes no sean capaces de ponerse de acuerdo y hacer, por ejemplo, lo que han hecho en Alemania, donde han pactado políticas de empleo o de educación para solucionar los problemas. Aquí da la sensación de que cada uno tira hacia sus intereses a corto plazo y no se hacen políticas de Estado a largo plazo para solucionar los problemas que nos afectan a todos.
Carmen Iglesias: El problema es que exista Estado. Lo que tenemos en España son instituciones. Por ejemplo, en el tema de la energía, es gravísimo que por temas ideológicos se decida sobre fuentes energéticas, porque la energía tiene que tener una multiplicidad. No se puede decir no a la energía nuclear sólo por ideología. Al final vamos a depender exclusivamente de Rusia.
María Teresa: O de Marruecos. Yo sí creo que en España hay Estado y también ciudadanos, que son muy sensatos. Pero estoy de acuerdo contigo en que no se puede decir no a la energía nuclear y menos cuando los franceses las tienen a 15 kilómetros y no pasa nada. Con las fuentes energéticas no deberíamos ser dependientes.
Carmen Sanz: Uno de los grandes problemas que tenemos es que en nuestro país la tecnología no es nuestra y hay que investigar. Hay que potenciar el I+D+I.
Carmen Iglesias: Lo que hay que hacer es aplicar medidas generales, como decía antes Inés, y como se ha hecho antes en otras crisis. Eso de subirnos los impuestos a todos, para que el Estado tenga más dinero para repartir a quien les parece, creo que es absolutamente demencial.

La gestión que están haciendo los dirigentes españoles en esta crisis se critica duramente en la tertulia. Desde la eliminación de los tributos sobre el patrimonio para las grandes fortunas, pasando por la rebaja de los sueldos aprobada por el gobierno de la Comunidad de Madrid y algunas empresas privadas. Las académicas ven un divorcio claro entre la sociedad y sus dirigentes, lamentan la escasa apuesta por medidas de futuro y no ven el final de la crisis cerca.
Carmen Iglesias: Que en la Comunidad de Madrid se bajen los sueldos, me parece ejemplarizante, de entrada, pero no sé si muy efectivo. Los que están pagando esta crisis son las clases medias, como siempre. Mientras tanto, vemos que sobran asesores por todas partes.
María Teresa: Totalmente de acuerdo: Hay cantidad de oropel que es absolutamente prescindible y en época de crisis más. Me parece muy bien que los políticos se bajen el sueldo, porque a lo mejor cobran de más. Pero no es representativo, porque hay cargos para los que el salario sólo es una parte de sus ingresos. Y siempre es más rico el que menos gasta. Esta crisis la está pagando la clase media, como ha ocurrido toda la vida, que se tiene que apretar el cinturón. A los que vivimos de un salario no nos pueden tocar el sueldo, puesto que la luz, la gasolina y todo lo demás sube. Esa medida no es generalizable.
Inés: A nosotras en el ámbito académico nos afecta menos, pero en la empresa privada lo están pasando fatal. Han despedido a muchísima gente y están con el agua al cuello.
Carmen Iglesias: El problema es que si no se adoptan las medidas, estaremos más tiempo reptando en el fondo. Resulta muy difícil que la economía se vaya reponiendo si se frena el consumo.
María Teresa: A mí me gustaría lanzar un mensaje de esperanza. Yo me fijo en la gente joven de mi universidad. Antes no se patentaba y ahora sí: en cuanto ven que falta un colirio en el mercado que puede sustituir a otro de una gran marca, se ponen a ello. Por supuesto hay que cambiar modos de producción y buscar nuevos aprovechamientos de productos que antes no se reciclaban. Pero también somos un país con bastante conciencia social y solidario y eso se ve en los transplantes, donde somos líderes a nivel mundial, y con una estructura familiar extraordinariamente sólida. Nuestro país tiene virtudes muy buenas que en un momento dado se han olvidado, porque llegaron la holganza y la bonanza.
Carmen Iglesias: Y por que hay un crack entre la sociedad que estás describiendo y la clase política. O sea que no nos merecemos la clase política que tenemos. Y el mensaje de esperanza lo tienen que lanzar los técnicos.
Carmen Sanz: Esta crisis está afectando mucho a la economía real. Los técnicos nos están diciendo que el final de la crisis todavía no está claro. Hay que esperar un año y ya veremos qué pasa el siguiente.
María Teresa: Efectivamente hay un gran desfase. ¡Es que tenemos que educar a nuestros políticos!. La Democracia es aquí muy joven y todavía tienen que aprender.
Carmen Iglesias: Después de estos años de Democracia, en España seguimos con las bases de las leyes franquistas en temas tan delicados como el suelo o el agua. Cuando se ha intentado una reforma en serio, como con el Plan Hidrológico de Felipe González, al final se ha venido abajo por sentimientos nacionalistas. El problema con el agua se remonta al regeneracionismo, incluso antes. Con el Gobierno de González se alcanzó un consenso nacional. Aznar lo recogió y, con ligeras modificaciones, lo adoptó. En el momento de las autonomías, concretamente a partir del PSOE de Aragón, Marcelino Iglesias se dedicó a levantar a la gente y el resultado es que estamos en un rompecabezas gravísimo en el que cada autonomía cree que es un reino de taifa. Y otro problema grave en España es el fracaso de la educación. Desde la cultura del pelotazo aquí se ha impuesto un tipo de mentalidad de que todo vale con tal de ganar dinero. La destrucción de la escuela pública y de la enseñanza media es un problema muy grave.
¿Qué soluciones ven para el problema de la educación en España? ¿Creen posible que algún día universidades españolas puedan competir en prestigio con Yale, Harvard o Oxford?
Inés: En España no se hacen políticas a largo plazo para solucionar problemas tan graves como el de la educación. No me parece presentable que yo ya he pasado por cuatro o cinco leyes universitarias desde que doy clases. Eso no es de recibo. Un país serio no se puede permitir este tipo de cosas.
María Teresa: Ya decía el Quijote que hay que ser viajado y leído. Y el gran problema en nuestra universidad, honestamente, es que ha habido gente que no se ha quitado las pantuflas, para nada. Aquí no podemos competir con Yale y Oxford, porque aquí coexiste el mejor profesor con el peor. En todas las universidades históricas es igual.
Inés: Efectivamente, el que lleva proyectos de investigación y tiene muchas responsabilidades tiene que hacer el mismo trabajo que la persona que no investiga nada. No se reconoce de ninguna manera. Ahora con Bolonia lo que se nos dice es: tenéis que ser profesores, escribir materiales docentes por internet, power point, campus virtual, artículos de divulgación…es decir, que pretenden que nuestro tiempo no se dedique a la investigación pura, sino que tenemos que atender a los alumnos como profesores de secundaria. Eso es lo que se pretende. Y claro, está fenomenal para los alumnos, pero en otras universidades de Europa hay distintos tipos de profesores: unos que investigan, dirigen proyectos y dan clases magistrales y otros con responsabilidades docentes. Aquí esa distinción no se va a hacer, con lo cual el modelo no es eficiente. Y esto pasa en cualquier ámbito de nuestra sociedad, cuando no se reconocen los méritos. No se reconoce algo elemental que es que la gente es diferente en sus capacidades.
Carmen Sanz: Yo soy optimista y me gusta mucho ser docente, dar clase, no he perdido la ilusión desde que estoy en la universidad, pero sí detecto ciertos problemas, primero de modelo. Es decir, nosotros teníamos un buen modelo universitario nacional y ahora estamos en un modelo universitario muy complicado porque tenemos muchas privadas, muchas universidades territoriales muy dotadas económicamente y sin alumnos….
María Teresa: Las territoriales se tienen que cerrar forzosamente.
Carmen Sanz: Luego hay otras universidades, como las históricas, que siguen teniendo una enorme cantidad de alumnos pero están descapitalizadas. Es decir, tenemos problemas estructurales. La teoría de Bolonia era magnífica, si de verdad se trataba de que todos íbamos a circular e íbamos a conseguir un espacio europeo para la formación. Pero lo que no se puede hacer es plantear las reformas a coste menos 15. Es decir, ya no estoy hablando de coste cero, sino menos 15.
Carmen Iglesias: O sea que hay que poner dinero.
Carmen Sanz: Hay plazas de profesorado que se jubila y no se reponen. No hay aulas, es decir, que hay unos problemas importantísimos de espacio en las grandes universidades, en las que por otro lado sigue habiendo demanda y es donde los alumnos valoran ir. Cubren su matrícula en junio, pero luego resulta que no hay espacio. Y luego te dicen que cada centro resuelva sus problemas. Las universidades históricas, que tienen bagaje y buen profesorado, se encuentran en esta situación
Carmen Iglesias: Las universidades nuevas están mejor: la Rey Juan Carlos o la Carlos III, de Madrid.
María Teresa:Y es verdad que el profesorado ha subido mucho de nivel. Antes teníamos el profesor que era bueno, y era singular y masculino. Ahora ya no. El profesorado ha mejorado enormemente en términos generales. Y eso que en las universidades históricas, como tenían muchos ‘históricos’, algunos de ellos se quedaron debido a las sucesivas leyes y a que alguien daba un rodillazo y de repente todos eran adjuntos. Ahora resulta que, para colmo, algunas universidades históricas van a implantar el sistema de la antigüedad, es decir, que será catedrático el que está a punto de jubilarse. Lo más irracional de este mundo ha ocurrido en oleadas. Y cuando llegue Bolonia los alumnos se van a encontrar con que ‘el profesor’ o ‘la profesora’ mejores no les han tocado y están en un grupito donde se ha reunido a ‘lo más granado’ del elenco de profesores.
Carmen Iglesias: El gran problema es confundir la igualdad con el igualitarismo: todos todo. Y lo que ocurre es que es justo lo contrario: el igualitarismo se come a la igualdad. Lo que hay que defender es la igualdad de oportunidades y que cada uno llegue hasta donde pueda, de acuerdo con sus méritos y sus capacidades.
Inés: Efectivamente, ése es el gran problema, pero pasa en todos los niveles de la sociedad española, en la escuela, en muchos trabajos y en todos los ámbitos de la educación, hasta la universidad. No se reconocen diferencias basadas en el mérito. El que tiene muchos méritos tiene que hacer el mismo trabajo que el que tiene menos. Eso da lugar a un sistema de trabajo completamente ineficaz.
María Teresa: Y otro problema es que hay que invertir en educación. A mi no me importa tener un grupo y un montón de clases. Pero lo que sí me gustaría es tener un laboratorio digno para los alumnos y también para mí, donde no se me vaya la luz todas las mañanas.

Maria Teresa Miras es pionera en el estudio de receptores y transportadores de nucleótidos y aminoácidos en células nerviosas y sus investigaciones le han merecido un amplio prestigio internacional. Por su parte, Inés Fernández ha liderado la elaboración del Corpus Oral y Sonoro del Español Rural.

Inés: Te están diciendo que hay que utilizar más medios audiovisuales y no hay ni cañón en la clase. Te hacen una evaluación preguntando si el profesor usa medios audiovisuales y luego resulta que el 90% de las aulas no están preparadas.
Carmen Sanz: En mi facultad ocurre igual. Al principio del plan Bolonia todas las aulas experimentales estaban dotadas de medios, porque en el decanato se movían y lo conseguían. Pero ahora que según Bolonia todos los grupos deben desdoblarse, el problema es que falta espacio. Como se ha cortado el grifo, no hay más medios. Entonces se han escuchado por ahí ideas como la de colocar un biombo, que me parece terrible, porque entonces estás escuchando la clase del profesor de al lado mientras tu das la tuya. Ésa es una de las soluciones oficiales que se han planteado para Bolonia a partir del año que viene. Nuestra decana nos lo ha contado horrorizada, la pobre.
María Teresa Miras: Claro que es así, pretenden poner una cortina para separar aulas. Pero lo nuestro son ciencias experimentales de la vida y la salud: ¿Y dónde están los laboratorios?, si ni siquiera tenemos personal auxiliar que sepa preparar una disolución. Estamos atados. Lo que ocurre es que se le dan todos los medios a grandes centros, que están super financiados, que les sobra el dinero y los equipamientos por las orejas, y nosotros no tenemos ni siquiera un sitio digno para trabajar. El profesorado de las universidades somos auténticos mendicantes. En España es lamentable que hay investigadores de primera clase, en grandes centros maravillosamente dotados, y luego están los investigadores de segunda clase, generalmente en la universidad, que está en situación muy precaria, casi de derribo
Inés: Yo estoy de acuerdo con María Teresa en que el futuro de la investigación pasa por la universidad y ésta tiene una penuria de medios muy grande.
María Teresa: Donde más necesaria es la investigación y mantener la ilusión es en el profesorado de la universidad. Nuestros muchachos cuando acaban su carrera salen a la sociedad, que es la que tiene que recibir a la gente bien formada, porque a los ‘nóbeles’ no los vemos por ninguna parte. ¿Qué salida tiene la gran investigación de cara a la sociedad en puestos de trabajo? ¿pedir más y más? Yo rompo una lanza a favor de la investigación en la universidad, donde tenemos las mentes más jóvenes y más plásticas, donde tenemos el material esencial que podemos moldear.
Carmen Iglesias: Entonces yo añado una lanza a favor de los maestros y los profesores de enseñanza media, que son los grandes paganos del fracaso de la educación. La mayoría de los que yo conozco de enseñanza primaria y secundaria, son en gran parte vocacionales y les está destruyendo un sistema que no permite la autoritas y un cierto orden, reconocimiento y respeto. Yo creo que ése es uno de los grandes problemas. Lo primero es aprender a leer y escribir. Y comprender lo que se ha leído.
Carmen Sanz: A veces intentamos que los niños pequeños aprendan muchísima cantidad de cosas, cuando hay que jerarquizar los saberes, y la base es conocer el idioma: saber leer, escribir, tener una mente comprensiva y a partir de esa base ir edificando después.
María Teresa Miras: Y también necesitamos una formación profesional de calidad y desde los 14 años. No se puede obligar a estudiar hasta los 16 años a gente que no le interesa en absoluto. Con 14 son maduros para dedicarse a una formación profesional que les permita utilizar sus manos y su cabeza, y a lo mejor es la manera de encauzar el gravísimo problema juvenil que tenemos.
Carmen Iglesias: El pacto de Estado me parece imprescindible. Y creo que también necesarias reformas claras, cambiar modelos. Se me ocurre que habrá que hacer como en el siglo XVIII, que ante una universidad que se había anquilosado, se empiezan a crear instituciones paralelas, donde interviene lo público y lo privado. Entonces se crean las buenas academias de matemáticas o de ingenieros. Pues aquí, en parte, habrá que ir levantando instituciones de excelencia, que ofrezcan suficiente apertura y número de becas.
María Teresa: Las academias también pueden aportar mucho para paliar el déficit de la universidad. ¿Por qué todas las actividades que hay en las academias, y que son públicas, no pueden servir como cursos de libre elección curricular, que se añadan a los créditos de los alumnos? En las academias estamos quienes seguimos teniendo ilusión y creemos que la ciencia y el conocimiento mueven los países. En este momento, en el que parece que las universidades van para abajo y hay una cierta confusión, yo creo que las academias pueden aportar calidad e incluso una visión optimista, porque los que estamos en las academias no somos gente aburrida ni hundida. Somos gente que estamos luchando y peleando.
Las cuatro son catedráticas y académicas. Según el informe del Ministerio de Educación de 2007 titulado “Académicas en cifras”, más del 90% de los académicos son varones. Y hay Reales Academias, como la de Ciencias Morales y Políticas o la de Jurisprudencia y Legislación, que no dan cabida a ninguna mujer. Según el mismo informe, en la universidad española el 93% de los rectores son hombres. Por eso les preguntamos qué han aportado ellas desde sus puestos.
Inés: Hemos hecho lo mismo que un hombre. Aportar lo que sabes y ya está.
Carmen Iglesias: Hemos aportado el rigor y el entusiasmo y nada más.
María Teresa: Yo no creo que nos diferenciemos mucho de los varones que están en las academias. A parte de que ninguna de nosotras habría querido entrar por la paridad ni por cuotas. Vamos, que a mí eso me repatea. Lo importante son los méritos, no que alguien diga: ahora nos hacen falta chicas.
Carmen Sanz: Y de hecho ahora pasan cosas tremendas con respecto al tema de la cuota, porque desmerecen el trabajo que ha hecho alguien que lleva toda la vida.
Carmen Iglesias: Una de las cosas terribles que estamos viendo es ésta exacerbación, como por ejemplo con la ley de igualdad. Hay gente que parece más feminista que nadie y luego están en los puestos porque tienen un marido o un padre poderoso. Esto es evidente. Hay señoras que están ahí sólo por esa razón.
María Teresa: A mí no me parece mal que en determinados puestos de poder, si tienen un hijo y una hija, pues que coloquen a la hija en el puesto bueno. Me parece absolutamente legal, lógico y además deseable, si la chica vale más. Y me estoy refiriendo a la banca y a las grandes fortunas.
Inés: Forma parte del nepotismo hispánico, que los puestos siempre se consiguen por relaciones familiares.
Carmen Iglesias: Utilizar el criterio de nacimiento, ya sea territorial, de género o cualquier otro, por encima del mérito, es un paso atrás. Si las mujeres hemos llegado a donde estamos, es gracias a ese principio del individualismo occidental de que el mérito y el esfuerzo personal es lo que cuenta, con independencia de la familia, de donde hayas nacido y todo lo demás.
María Teresa: El simple hecho de que alguien considere sucesor más a una hija que a un hijo, y que lo haga en razón a la calidad, me parece bien.
Carmen Iglesias: De acuerdo si es en lo suyo, en su banco o en su empresa. Si es en el Estado: no. A veces se olvida que los impuestos los pagamos nosotros. El Estado somos nosotros.
María Teresa: Por supuesto estoy en contra de los puestos políticos hereditarios. Eso no.

María Teresa recuerda entonces que “los 10 mandamientos ya decían: No desearás a la mujer de tu prójimo. Nosotras quedábamos excluidas y eso que eran los 10 mandamientos”. Tras una carcajada, las tertulianas se deslizan con naturalidad hacia el trabajo puro y duro, y cuentan que en sus academias lo pasan muy bien.

Carmen Iglesias: Cada academia tiene su propia forma de operar, pero la de Historia, por ejemplo, es muy divertida porque aparte de los asuntos propios de trámite, cada vez uno de nosotros expone un tema y se aprende mucho. Y en la RAE el trabajo es precioso porque consiste en revisar el vocabulario. Las academias permiten un intercambio muy agradable y muy cómodo. Por supuesto la eficacia y el rigor son muy importantes, pero la persona cuenta mucho, porque en las academias nos vemos todas las semanas y es así para toda la vida. Por eso cuenta la armonía integral.

Carmen Iglesias y Carmen Sanz, ambas compañeras en la Real Academia de Historia, se miran y comparten una sonrisa entre pícara y confidente, cuyo secreto sólo ellas conocen. Ambas destacan como uno de los grandes logros de la RAH el diccionario biográfico español que pronto va a estar en la red, aunque antes se hará una edición en papel que califican de “histórica”. Carmen Iglesias subraya que “las academias se han abierto completamente y son mucho más dinámicas”. En el mismo sento, María Teresa añade: Yo creo que las mujeres somos muy democráticas. En la Real Academia de Farmacia en estos momentos somos seis mujeres. Hemos tratado de abrir la academia a la sociedad de manera absoluta a través de conferencias y cursos, con temas que interesan en general: desde las vacunas, a la gripe A, la cuestión del agua, las terapias regenerativas o las células madre. Cada vez hay más gente que contacta con nosotros a través de la página web.

Inés es la última incorporación a la RAE. ¿Qué quiere aportar?
Inés: Es muy pretencioso que yo diga qué puedo hacer en la RAE, pero puedo aportar un conocimiento en historia de la lengua y en dialectología. Hay un gran proyecto de la academia que está pendiente que es el diccionario histórico y lo que hace falta es incorporar todo el vocabulario histórico y dialectal a una herramienta parecida a la que existe ahora con el diccionario general. Ése es un gran reto de la Academia, que está pendiente desde hace muchos años y espero poder colaborar en esa tarea.
Carmen Iglesias: La labor que está haciendo la RAE con las 22 academias hispanas, incluida la de Español en Estados Unidos, es importantísima. Por ejemplo el trabajo sobre la gramática hispana, con el consenso de todos los países, es una obra monumental. Realmente yo creo que la labor de estas academias que nosotras conocemos es imprescindible.
Inés: La Real Academia tiene 700.000 consultas al día a través de la red. Ese dato da una idea de que es una herramienta de uso general, porque la cantidad de consultas es impresionante: indica que cualquier persona acude a esa fuente para comprobar la conjugación de los verbos, la significación de las palabras, etc…
Carmen Iglesias: Además es que en la academia somos “notarios de uso”. Es decir, que trabajamos en el largo plazo e incorporamos la voz de las personas que utilizan ese lenguaje. Cuidamos las reglas, pero no imponemos un vocablo. Hay que esperar a ver si una voz prende en la gente o simplemente se trata de una jerga que dura lo que un suspiro. Esto es importante porque a veces recibimos cartas, por ejemplo referida a la cuestión de género dichosa. Por ejemplo, cuando se habló de violencia de género en la ley, la RAE presentó un informe sobre por qué no debía ser violencia de género, sino conyugal, doméstica, familiar, contra la mujer…“De género” es un anglicismo: los ingleses son tan puritanos que no podían utilizar la palabra sexo, mientras que en España sí que podía haberse llamado violencia sexual. No nos hicieron ni caso, pero también se entiende porque género es un término muy utilizado en el mundo y tiene una impronta feminista.
María Teresa: A mí antes “de género” no me gustaba nada, pero ahora ya no me suena mal.
Carmen Iglesias: Pero es que en español no tenemos género, sino que tenemos sexo. El género es otra cosa. Pero al final lo hemos incorporado porque es un término aceptado en todo el mundo.
¿Y qué opinan del debate entre “miembros” y “miembras”?
Carmen Iglesias: Es un disparate.
Inés: Yo no soy prescripcionista. A mí no me parece tan mal. En esta cuestión voy a hablar yo. Vamos a ver: el género de las palabras no lo define el final, sino el artículo que lleva. Tu puedes decir: el miembro, la miembro. El médico, o la médico y presidente o la presidente. Una vez dicho esto, si por razones colectivas en el uso se va acreditando el uso de presidenta o miembra, yo no encuentro inconveniente en que esas palabras se recojan. Pero eso no quiere decir que deban imponerse. Es decir, los femeninos analógicos se han consolidado por el uso muchas veces a lo largo de la historia, pero no pueden imponerse por decreto. Ni imponerse, ni tampoco censurarse. Rechazar “miembra” directamente no puede ser. El destino final lo deciden los hablantes. Por ejemplo, se ha aceptado clienta, pero no estudiante.
Carmen Iglesias: Pero se puede censurar cuando viene impuesto por motivos políticos y no por motivos ni sociales ni lingüísticos.
Inés: El problema es que todos podemos inventarnos una palabra, lo que no podemos es sugerir a la Real Academia que la incluya, porque eso sólo ocurre si tienen un uso acreditado. Por otro lado, creo que todo este debate sobre el lenguaje lo que hace es distraer de los problemas fundamentales.
Carmen Sanz: Yo lo tengo muy claro. El lenguaje es economía y eso va en contra de “los diputados y las diputadas”, “alumnos y alumnas”… No entiendo que tengas que estar desdoblando todo el tiempo o que estés dando clase y te puedan censurar porque digas los estudiantes y no “las” estudiantes. No tiene sentido. Todo esto va en contra de la economía del lenguaje.
Carmen Iglesias: Igual que decir en el Congreso “diputados y diputadas, electos y electas”. A parte de ir contra la economía del lenguaje, es que una cosa es el lenguaje general y otra que se impongan razones extra lingüísticas. Os leo un informe de los lexicógrafos de la RAE, que es muy divertido: “Creemos que cualquier hablante esbozaría una sonrisa ante la insólita y extravagante escena en la que una madre le dijera al padre y a sus hijos: llévate a los niños y a las niñas al parque. O llévate a nuestra descendencia al parque”. Todos sabemos que lo que una madre dice es: llévate a los niños al parque”.
Este ejemplo desata la risa de las tertulianas. Inés explica entonces que que “hemos heredado que el femenino es el género por defecto. Intentar re-semantizar por decreto es absurdo. Creo que hay que dirigir la lucha por la igualdad hacia cosas más interesantes”. Todas se muestran de acuerdo en este aspecto y opinan sobre si es necesaria o no una ministra de Igualdad.
Carmen Sanz: No hay que ser sexista ni con los ministros ni con las ministras. Lo que hay que buscar son políticos capaces, bien preparados y con un buen bagaje, que conozcan bien lo que están haciendo, que tengan experiencia y sepan cuáles son sus objetivos, porque si no podemos caer en el pecado de hablar de la ministra tal o la ministra y entonces empezamos a hacer una distinción sexista. Lo que hay que ver es si están cumpliendo sus funciones sociales.
Inés: En la medida en que procura que haya igualdad entre hombre y mujeres, a mí no me parece mal que haya una ministra de igualdad.
María Teresa: No es de las ministras más imprescindibles. Lo que pasa es que es muy jovencita y tendrá que tener un rodaje.
Carmen Sanz: Pero habrá que juzgarla por sus capacidades y sus logros.
Carmen Iglesias: La igualdad entre hombres y mujeres no depende únicamente de una ministra. Y esto da lugar a leyes tan absurdas como éstas de que por el mismo delito, como son los malos tratos, se castigue más a los hombres que a las mujeres, y eso está en contra de la igualdad de los españoles recogida en la Constitución. Es un disparate jurídico y social que cualquier delito esté más castigado si se es hombre que si se trata de una mujer. Entonces estamos en el péndulo al revés. Cuando los políticos se ponen a decir lo que hay que hacer sin consenso suficiente, ocurren estas cosas.

María Teresa se muestra sorprendida que esto pueda ser así.
Al preguntarles cómo han logrado compatibilizar sus cargos, la investigación y su vida personal, Carmen Iglesias responde: “Como dice María Teresa, a base de coronaria”. La propia María Teresa recuerda que “cuando hemos tenido a los hijos pequeños, hemos tenido que hacer muchos milagros antes de las 9 de la mañana. Tienes que tener una mente extraordinariamente organizada y no te pueden doler muchas prendas. Pero después lo disfrutas”. Ninguna de ellas piensa en jubilarse porque, según Inés, “los investigadores natos no se jubilan nunca. Nuestro trabajo es bastante obsesivo y no admite pausas, horas, descansos”. Carmen Iglesias añade que “el secreto de la juventud y lo que nos mantiene es la necesidad de saber, la curiosidad intelectual, el afán de conocimiento”. Carmen Sanz concluye: “Tenemos buenos equipos y algunas también hemos tenido un buen colaborador en casa. Es importante que tu pareja entienda que trabajas por pasión y que te ayude. De eso también hay que acordarse de vez en cuando”.

 

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